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LA COMUNICACIÓN

Somos primordialmente seres “sociales”, en el sentido de que pasamos la mayor parte de nuestras vidas con otras personas. Por consiguiente, es importante aprender a entendernos y a funcionar adecuadamente en situaciones sociales. Ciertas habilidades de comunicación nos ayudan a mejorar las relaciones interpersonales.

La comunicación es el acto por el cual una persona establece con otra un contacto que le permite transmitir una información. En la comunicación intervienen diversos elementos que pueden facilitar o dificultar ese proceso: Quien habla, quien escucha, lo que se dice, y muy importante, cómo se dice. La comunicación eficaz entre dos personas se produce cuando quien escucha interpreta el mensaje en el sentido que pretende quien habla.

TIPOS DE COMUNICACIÓN

1-Comunicación verbal. Son las palabras que utilizamos junto con el tono de voz empleado.

 2-Comunicación no verbal. Son muchos canales, se pueden citar como los más importantes el contacto visual, los gestos faciales, los movimientos de brazos y manos, la postura y distancia corporal.

Pese a la importancia que le solemos atribuir a la comunicación verbal, entre un 65 % y un 80%  del total de nuestra comunicación con los demás la realizamos a través de canales no verbales. Para comunicarse eficazmente, los mensajes verbales y no verbales deben coincidir entre sí. Muchas dificultades en la comunicación se producen cuando nuestras palabras se contradicen con nuestra conducta no verbal. Ejemplo:

– Una hija/o le entrega un regalo a una persona muy significativa como su madre o padre  por su cumpleaños y ésta, con una expresión de decepción, dice: “Gracias, es justo lo que quería”.

– Una chica/o encuentra a su mejor amiga/o por la calle y, cuando le saluda, la otra persona le devuelve el saludo con un frío y seco “hola” y desvía la mirada.

3-Técnicas de comunicación eficaz. Con frecuencia nos olvidamos de ellas. Serían:

-La escucha activa. Uno de los principios más importantes y difíciles de todo el proceso comunicativo es el saber escuchar. La falta de comunicación que se sufre hoy día se debe en gran parte a que no se sabe escuchar a las demás personas. Se está más tiempo pendiente de las propias emisiones, y en esta necesidad propia de comunicar se pierde la esencia de la comunicación, es decir, poner en común, compartir. Existe la creencia errónea de que se escucha de forma automática, pero no es así. Escuchar requiere un esfuerzo superior al que se hace al hablar y también del que se ejerce al escuchar sin interpretar lo que se oye.

Pero, ¿qué es realmente la escucha activa? La escucha activa significa escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista del que habla. ¿Cuál es la diferencia entre el oír y el escuchar? Existen grandes diferencias. El oír es simplemente percibir vibraciones de sonido. Mientras que escuchar es entender, comprender o dar sentido a lo que se oye. La escucha efectiva tiene que ser necesariamente activa por encima de lo pasivo. La escucha activa se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que la persona está expresando directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que se está diciendo. Para llegar a entender a alguien se precisa asimismo cierta empatía, es decir, saber ponerse en el lugar de la otra persona.

Elementos que facilitan la escucha activa: Disposición psicológica: prepararse interiormente para escuchar. Observar a la otra persona: identificar el contenido de lo que dice, los objetivos y los sentimientos. Expresar a la otra que le escuchas con comunicación verbal (ya veo, umm, uh, etc.) y no verbal (contacto visual, gestos, inclinación del cuerpo, etc.).

Elementos a evitar en la escucha activa: No distraernos, porque distraerse es fácil en determinados momentos. La curva de la atención se inicia en un punto muy alto, disminuye a medida que el mensaje continúa y vuelve a ascender hacia el final del mensaje. Hay que tratar de combatir esta tendencia haciendo un esfuerzo especial hacia la mitad del mensaje con objeto de que nuestra atención no decaiga.  No interrumpir a quien habla.  No juzgar.  No ofrecer ayuda o soluciones prematuras.  No rechazar lo que la otra persona esté sintiendo, por ejemplo: «no te preocupes, eso no es nada».  No contar «tu historia» cuando quien habla necesita contarte.  No contra argumentar. Por ejemplo: la otra dice «me siento mal» y tú respondes «y yo también».  Evitar el «síndrome del experto»: ya tienes las respuestas al problema de la otra persona, antes incluso de que te haya contado la mitad.

Habilidades para la escucha activa: Mostrar empatía: Escuchar activamente las emociones de las demás personas es tratar de «meternos en su pellejo» y entender sus motivos. Es escuchar sus sentimientos y hacerle saber que «nos hacemos cargo», intentar entender lo que siente esa persona. No se trata de mostrar alegría, si siquiera de ser simpáticas. Simplemente, que somos capaces de ponernos en su lugar. Sin embargo, no significa aceptar ni estar de acuerdo con la posición de la otra persona. Para demostrar esa actitud, usaremos frases como: “entiendo lo que sientes”, “noto que…”.

Parafrasear. Este concepto significa verificar o decir con las propias palabras lo que parece que quien está hablando acaba de decir. Es muy importante en el proceso de escucha ya que ayuda a comprender lo quien habla está diciendo y permite verificar si realmente se está entendiendo y no malinterpretando lo que se dice. Un ejemplo de parafrasear puede ser: “Entonces, según veo, lo que pasaba era que…”, “¿Quieres decir que te sentiste…?”

Emitir palabras de refuerzo o cumplidos. Pueden definirse como verbalizaciones que suponen un halago para la otra persona o refuerzan su discurso al transmitir que una la aprueba, está de acuerdo o comprende lo que se acaba de decir. Algunos ejemplos serían: «Esto es muy divertido»; «Me encanta hablar contigo» o «Debes ser muy bueno jugando al tenis». Otro tipo de frases menos directas sirven también para transmitir el interés por la conversación: «Bien», «umm» o «¡Estupendo!».

Resumir: Mediante esta habilidad informamos a la otra persona de nuestro grado de comprensión o de la necesidad de mayor aclaración. Expresiones de resumen serían: «Si no te he entendido mal…»  «O sea, que lo que me estás diciendo es…»  «A ver si te he entendido bien….»

Expresiones de aclaración serían: «¿Es correcto?»  «¿Estoy en lo cierto?»

4-Algunos aspectos que mejoran la comunicación:

 Al criticar a otra persona, hablar de lo que hace, no de lo que es. Las etiquetas no ayudan a que la persona cambie, sino que refuerzan sus defensas. Hablar de lo que es una persona sería: «te has vuelto a olvidar de sacar la basura. Eres un desastre»; mientras que hablar de lo que hace sería: «te has vuelto a olvidar de sacar la basura. Últimamente te olvidas mucho de las cosas».

Discutir los temas de uno en uno, no «aprovechar» que se está discutiendo, por ejemplo sobre la impuntualidad de la pareja, para reprocharle de paso que es un despistado, un olvidadizo y que no es cariñoso.  No ir acumulando emociones negativas sin comunicarlas, ya que producirían un estallido que conduciría a una hostilidad destructiva.

No hablar del pasado. Rememorar antiguas heridas, o sacar a relucir los “trapos sucios” del pasado, no sólo no aporta nada provechoso, sino que despierta malos sentimientos. El pasado sólo debe sacarse a colación constructivamente, para utilizarlo de modelo cuando ha sido bueno e intentamos volver a poner en marcha conductas positivas quizá algo olvidadas. Pero es evidente que el pasado no puede cambiarse; por tanto hay que dirigir las energías al presente y al futuro.

 Ser específica, concreta, precisa, es una de las normas principales de la comunicación. Tras una comunicación específica, hay cambios; es una forma concreta de avanzar. Cuando se es inespecífica, rara vez se moviliza nada. Si por ejemplo, nos sentimos solos/as y deseamos más tiempo para estar con nuestra pareja, no le diga únicamente algo así: “No me haces caso”, “Me siento solo/a”, “Siempre estás ocupado/a”. Aunque tal formulación exprese un sentimiento, si no hacemos una propuesta específica, probablemente las cosas no cambiarán. Sería apropiado añadir algo más. Por ejemplo: “¿Qué te parece si ambas/os nos comprometemos a dejar todo lo que tenemos entre manos a las 9 de la noche, y así podremos cenar juntas/os y charlar?”.

Evitar las generalizaciones. Los términos «siempre» y «nunca» raras veces son ciertas y tienden a formar etiquetas. Es diferente decir: «últimamente te veo algo ausente» que «siempre estás en las nubes». Para ser justas y honestas, para llegar a acuerdos, para producir cambios, resultan más efectivas expresiones del tipo: “La mayoría de veces”, “En ocasiones”, “Algunas veces”, “Frecuentemente”. Son formas de expresión que permiten a la otra persona  sentirse correctamente valorada.

Ser breve. Repetir varias veces lo mismo con distintas palabras, o alargar excesivamente el planteamiento, no es agradable para quién escucha. Produce la sensación de ser tratada como alguien de pocas luces o como un niña/o. En todo caso, corre el peligro de que le rehúyan por pesada cuando empiece a hablar. Hay que recordar que: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

Cuidar la comunicación no verbal. Para ello, tendremos en cuenta lo siguiente:  La comunicación no verbal debe de ir acorde con la verbal . Decir » ya sabes que te quiero» con cara de fastidio dejará a la otra persona peor que si no se hubiera dicho nada.

Contacto visual. Es el porcentaje de tiempo que se está mirando a los ojos de la otra persona. El contacto visual debe ser frecuente, pero no exagerado.

Afecto. Es el tono emocional adecuado para la situación en la que se está interactuando. Se basa en índices como el tono de voz, la expresión facial y el volumen de voz (ni muy alto ni muy bajo).

Elegir el lugar y el momento adecuados. En ocasiones, un buen estilo comunicativo, un modelo coherente o un contenido adecuado pueden irse al traste si no hemos elegido el momento adecuado para transmitirlo o entablar una relación. Es importante cuidar algunos aspectos que se refieren al momento en el que se quiere establecer la comunicación:

 El ambiente: el lugar, el ruido que exista, el nivel de intimidad… o Si vamos a criticar o pedir explicaciones debemos esperar a estar a solas con quien queremos hablar.  Si vamos a elogiar a la otra persona, será bueno que esté con su grupo u otras personas significativas.  Si ha comenzado una discusión y vemos que se nos escapa de las manos o que no es el momento apropiado utilizaremos frases como: “si no te importa podemos seguir discutiendo esto en… más tarde”.

 

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