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Improvisar o anticipar

 

 

Cada cierto tiempo, se lanzan estudios científicos en los que nos hablan de la caducidad de la pasión, del deseo, de las relaciones eróticas. Nos advierten de que no somos dueños de nuestras vidas sino que, son la química y las estadísticas las que nos gobiernan. Una información perfecta para justificar que el aburrimiento, después de algunos años de relación, no es consecuencia de nuestra dejadez sino de fuerzas mayores.

 

En el inicio de la relación, durante el enamoramiento, hay una exaltación de los sentimientos, la pasión nos gobierna y el deseo es más desenfrenado, más continuo, más primitivo, impetuoso y espontáneo. Con los años se va calmando, por eso cuando hablamos de la erótica de las parejas que llevan tiempo juntas, surge la eterna duda de, si es mejor dejar las cosas en manos de la improvisación o preparar el terreno cuidando los detalles. La respuesta, como siempre que hablamos de relaciones humanas, no es sencilla y directa.

 

La relación erótica después de los años, es espontánea cuando hay complicidad, ganas y sincronía. Pero el día a día lo vivimos inmersos en un ritmo vertiginoso donde hay que combinar trabajo, casa y niños. Algunas parejas, las más privilegiadas pueden disfrutar de amplios espacios de tiempo en común, donde la erótica, si la sincronía sigue siendo buena aparece sin dificultad, con absoluta espontaneidad. Otras, la mayoría, tiene dificultades a la hora de disponer del espacio que se necesita para disfrutar de un poco de intimidad, por lo que es fácil que sin querer, sigilosamente, el cansancio se vaya imponiendo y la apatía también.

 

Es entonces cuando podemos ayudarnos y ayudar a la relación poniendo de nuestra parte la anticipación del encuentro, planificando el momento. Sabemos qué tiempo podemos arañar para estar juntos, podemos pensar qué nos gustaría hacer y cómo. Ir creando un clima de complicidad, de juego, que contribuye a despertar el deseo. Construir fantasías que se adapten a la situación porque se pasa bien cuando se imagina y más cuando se materializa.

 

El deseo no desaparece con los años, está presente a lo largo de toda nuestra vida. Es algo inherente al ser humano. De ahí que podamos elegir entre ser conformistas y quedarnos con ese “así son las cosas”, “ ya lo dicen los estudios”, “no depende de nosotros”. Argumentos suficientes para seguir instalados en la apatía. O por el contrario, ser rebeldes, y si vemos que el día a día de nuestras vidas y nuestros compromisos dificulta la espontaneidad, siempre podremos tomar las riendas de nuestra relación e ir planificando los encuentros mediante la anticipación.

 

Gurutze Olaizola

Psicología-Sexología

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