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La Seducción

 

La seducción es una realidad que se da cuando una persona quiere llamar la atención de otra. Es el arte de cautivar, de atraer y ganar el ánimo, la atención y la voluntad ajenas. La seducción es el elemento más utilizado para lograr que la mirada del otro se fije en uno y poder así dar un salto un poco más allá hacia ese algo que se quiere lograr. Todos hemos soñado con seducir y ser seducidos ya que detrás de estos anhelos el encanto que reside siempre es la atracción y posterior relación entre dos personas.

La atracción  es natural, surge, sin embargo la seducción no, ya que éste es un ritual que necesita de la ceremonia del cortejo, de la estrategia para realizar la conquista que de otra forma no podría alcanzar. Frecuentemente sucede que un sujeto, hombre o mujer, produce en otro sujeto una atracción de forma natural y espontánea, siendo a veces esta atracción  recíproca. A esto lo llamamos flechazo. Y será a partir de aquí cuando se inicie un ritual que permita un acercamiento gradual, un intercambiar de signos y señales que orienten y faciliten el encuentro.

Las estrategias de seducción requieren la participación de la conciencia, la inteligencia y la voluntad. Descubrir los señuelos del otro permite crear las apariencias escénicas necesarias para rendirlo. Seducir consiste en jugar con la apariencia, con el misterio, en incitar para excitar la curiosidad del otro con uno erotizando su deseo.

Los buenos seductores juegan con los señuelos del deseo ajeno, apareciendo como lo que el otro quiere ver, como aquello que atrae al otro. La seducción requiere tiempo, y requiere espera. Quien seduce está al acecho y observa, conoce a su oponente. Poco a poco va mostrando los señuelos que cautivan al otro. En esto reside el encanto de la seducción, en la fascinación que produce el placer de erotizar al otro hasta quedar preso de su propio deseo.

Las relaciones sexuales y su consecuente interacción erótica, pueden explicarse desde el instinto o desde el deseo. Si nos situamos en el primero explicaremos el impulso como una perpetuación de la especie, como una descarga y una necesidad. Pero si nos situamos en el deseo, ya nos introducimos en otro nivel de relación, en la seducción erótica, es decir, el deseo de agradar. El instinto no cambia con el tiempo, lo que busca es liberar, descargar. Mientras que la reducción, si, porque lo que busca es agradar y esto va ligado al momento cultural.

Hoy vivimos un momento en que el agradar se ha ligado a la belleza corporal, de ahí todos los intentos por mantener un cuerpo delgado y siempre firme, según los modelos sociales actuales. La belleza puramente física ha estado siempre más ligada a la mujer, es sobre ella sobre la que principalmente cae esa responsabilidad, pero también los hombres se están viendo cada vez más afectados, pues la moda se ha hecho extensible a ellos. Poco a poco, y cada vez más, caen en la tiranía de la moda. Se ha confundido gustar y agradar, para así lograr atraer, con  puro exhibicionismo.

Toda relación exige un atractivo. El cultivo de las formas de atraer es el arte de la seducción. Sería bueno ver la necesidad de seducir como un valor humano y camino de la dinámica de la pareja. Querer y no querer, mostrar con sutileza y esconder, un juego que aumenta el deseo hacia el otro, la búsqueda, la atracción, y finalmente, la interacción erótica, pues ésta es su finalidad.

La seducción nos sitúa en otro nivel de comunicación, ella es el atractivo de toda relación. Es el cultivo de las formas de atraer. Se busca la provocación, el despertar del otro hacia la erotización y la relación erótica. Sería sano que la seducción se colase como juego y práctica habitual y natural, también, dentro de la pareja.

 

Gurutze Olaizola

Psicóloga-Sexóloga

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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