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Sigo el texto de Irvin Yalom (“Teoría y práctica de la Psicoterapia de grupo” México 75, edición agotada) de forma resumida al detallar los factores terapéuticos de la terapia de grupo.

INFUNDIR ESPERANZA

Infundir y mantener la esperanza es crítico en todas las psicoterapias y también en la terapia de grupo. No sólo se necesita la esperanza para mantener a la paciente en la terapia mientras otros factores curativos pueden surtir efecto, sino que la fe en un tipo de tratamiento puede ser en sí terapéuticamente eficaz. Varias investigaciones han demostrado que la existencia, antes de la terapia, de una elevada esperanza de recibir ayuda, está significativamente relacionada con el resultado positivo de la misma.

En los grupos de terapia invariablemente hay personas que están en diferentes puntos de su proceso hacia la mejoría. Las pacientes tienen un contacto permanente con las personas del grupo que han mejorado en éste. También con frecuencia encuentran pacientes que han tenido problemas muy similares a los suyos y que se han enfrentado a éstos más eficazmente. Hadden, en su descripción de la terapia de grupo para homosexuales, afirma que por estas razones debe haber pacientes en el grupo en varias etapas de mejoría. A menudo he escuchado decir a las pacientes al final de su terapia que había sido muy importante para ellas haber observado mejoría en las otras personas. Las terapeutas de grupo de ninguna manera deben olvidar usar este factor, llamando periódicamente la atención sobre la mejoría que han logrado las integrantes.  Las mismas participantes del grupo terapéutico a menudo ofrecen testimonios espontáneos cuando nuevas personas, no convencidas, entran en la terapia de grupo.

LA UNIVERSALIDAD

Muchas pacientes entran a la terapia con el inquietante pensamiento de que son únicas en su desgracia, que sólo ellas tienen ciertos problemas, ideas, impulsos y fantasías aterradoras o inaceptables. A muchas pacientes les agobia un material que por lo general es inconsciente. Su sentimiento de singularidad a menudo se ve vigorizado por su aislamiento social; debido a que con frecuencia las pacientes tienen dificultades interpersonales y carecen de la validación consensual franca y sincera de una relación íntima. En terapia de grupo, en especial en las primeras etapas, disminuir su sentimiento de singularidad constituye una poderosa fuente de consuelo. Después de escuchar a otras integrantes revelar preocupaciones similares a las suyas, las pacientes informan sentirse más en contacto con el mundo, y describen este proceso como una experiencia de “ser bienvenidas a la raza humana”. Sencillamente este fenómeno se expresa en el cliché: “Todas nos encontramos en el mismo bote”, o quizá más cínicamente: “La desgracia ama la compañía”.

A pesar de la complejidad de los problemas humanos, ciertos denominadores comunes son muy evidentes, y las integrantes de un grupo de terapia pronto perciben sus similitudes: conflictos familiares, desencuentros de pareja, temor a inclinaciones homosexuales, sentimientos de poca valía personal, vivencia de abusos, dudas sobre su identidad sexual, infidelidades, problemas eróticos, etc. Estas preocupaciones básicas, en quienes  no son pacientes, son cualitativamente las mismas que las de las personas que buscan ayuda profesional, y que son catalogadas como pacientes. Estas personas viven el día a día con mucho sufrimiento y es por ello que deciden buscar una ayuda,  y un apoyo que les alivie el sufrimiento y les facilite las relaciones interpersonales.

OFRECER INFORMACIÓN

Bajo este  título general incluyo la instrucción didáctica sobre la salud mental, sobre las enfermedades mentales y la psicodinámica general que dan los terapeutas; y también los consejos, las sugerencias o la orientación directa sobre los problemas vitales que ofrecen las terapeutas o las otras pacientes. Por lo general, cuando las terapeutas o las pacientes examinan en forma retrospectiva sus experiencias en la terapia de un grupo interaccional, no aprecian mucho este aspecto curativo. La mayoría de las pacientes al terminar con éxito una terapia de grupo interaccional, han aprendido mucho sobre el funcionamiento psíquico, el significado de los síntomas, la dinámica interpersonal y de grupo y sobre el proceso de la psicoterapia. Sin embargo, el proceso educativo es muy implícito; la mayoría de las terapeutas de grupo no ofrecen instrucciones didácticas explícitas en la terapia de grupo interaccional. Aunque, en algunos enfoques de esta terapia la instrucción formal es una parte importante del programa.

La instrucción didáctica se ha empleado en diversos tipos de terapia de grupo: para transmitir información, para estructurar al grupo, para explicar el proceso de la enfermedad. A menudo funciona como la fuerza vinculadora inicial del grupo de terapia hasta que empiezan a operar otros factores curativos. Sin embargo, la explicación y la aclaración en parte funcionan como agentes curativos eficaces por su propio derecho. Las personas siempre han aborrecido la incertidumbre, y a través de los siglos ha anhelado ordenar su universo ofreciendo explicaciones, básicamente religiosas o científicas. Explicar un fenómeno es el primer paso para controlarlo. Si una erupción volcánica la causa un dios volcánico disgustado, hay métodos para agradar y eventualmente controlar al dios. Frieda Fromm-Reichman subrayó el papel de la incertidumbre en la producción de la angustia.

EL ALTRUISMO

En los grupos de terapia las pacientes también reciben dando, no sólo como parte de la secuencia recíproca de dar y recibir, sino también en el acto intrínseco de dar.  Las pacientes que empiezan la terapia de grupo están desmoralizadas y poseen un profundo sentimiento de no tener nada de valor para ofrecerle a las demás. Desde hace mucho se han considerado un estorbo, y es una experiencia consoladora y que exalta el amor propio descubrir que pueden ser importantes para las otras.

Desde luego, las pacientes se ayudan enormemente las unas a las otras, en el desarrollo del grupo terapéutico. Ofrecen apoyo, seguridad, sugerencias, ideas, y comparten problemas similares mutuos. Con frecuencia las pacientes escuchan y absorben las observaciones de las otras integrantes del grupo de terapia con más facilidad que las del terapeuta. Para muchas, la terapeuta conserva su identidad de profesional pagado, pero pueden confiar en las otras integrantes para obtener reacciones y retroalimentación espontáneas y sinceras. Cuando la paciente recuerda el curso de la terapia de grupo, invariablemente le atribuye a las otras integrantes haber sido importantes para su mejoría; si no por haberle dado un apoyo y consejos deliberados, por lo menos por haber estado allí y haberle permitido a la paciente conocerse a sí misma por medio de su relación mutua.

(El femenino es mío)

…porque andando se hace el camino…

Escribo como mujer

Gurutze Olaizola Larrañaga

 

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